Noche 3:
Se empieza a sentir la ausencia. Después de una siesta para no hablar con nadie y una larga caminata para hablar solo contigo misma, esa presencia que estaba todos los días empieza a desaparecer. Se vuelve un poco más lejana.
No sé qué estás haciendo, me gustaría contarte que lindo atardecer vi hoy, y lo que pensé de la muerte. Quiero sentir tus abrazos y tu calor, tu sonrisa que estoy segura que era verdadera. Hablando con la gente, me descubro contando cosas que me explicaste vos, entusiasmado por saberte sabio.
Ayer te odiaba pero hoy no puedo. Te quiero escribir pero tampoco puedo. Te quiero ver, pero no estoy segura de que sea bueno.
En la noche de hoy mi única esperanza es que algún día te des cuenta de que siempre estuve ahí. Con un cartel sorpresa y una torta de chocolate con mucho dulce de leche.
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