miércoles, 9 de abril de 2014

Cecilia "Lila" Dubinsky

"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles."
Bertolt Brecht




A veces decimos demasiado tarde las cosas, y eso que nos esforzamos. Nos contaron mil veces que nunca tenemos que dejar de decir las cosas o hacerlas, porque pronto esa persona no puede estar más. Y a pesar de que las decimos, cuando llega el momento es inevitable pensar que la hubiera abrazado más, le hubiera dicho más veces que la quería, le hubiera contado qué tan importante era para mi. 


Y en estos cinco minutos, mientras suena de fondo El País de las Maravillas por Gustavo Rippa le quiero rendir un gran homenaje a mi abuela, desde el fondo de mi corazón. Una luchadora por la libertad y la democracia en un Uruguay gobernado por la dictadura militar, exiliándose en el exterior pero aún así generando lazos inquebrantables con un montón de amigos que tengo el gusto de haber oído nombrar, y conocer. 


Me acercó su amor por el arte, principalmente la obra de Guayasamín al cual ella conoció personalmente así como a un montón de artistas y músicos.


Tardes enteras en las que junto a una estufa a leña prendida, supimos escuchar desde Bach, Drexler, Caetano Veloso, Serrat, Sabina, hasta La Vela Puerca. 


El último regalo que recibí de la abuela Lila fue "Rayuela", ese libro tan conocido de Cortázar que nos hace ver la vida de otra manera completamente distinta. 


Se me desboca el corazón al pensar tantas cosas de esta hermosa mujer. Una mujer a la cuál admiré demasiado. Que se hizo presente en todos los rincones de mi vida. Y que nunca dejará de estarlo. 


En la pared de mi cuarto cuelga un regalo de la abuela; el póster de un vitral de la Biblioteca Nacional José Martí, de Minerva la diosa de la sabiduría. Porque eso era; una diosa. Porque esa era solamente una cualidad entre tantas otras; la sabiduría.


Siempre tan valiente, nutriendo a los demás de tanto amor y belleza. Y fundamentalmente de alegría, una alegría que siempre estará presente entre todos los que la conocimos. Porque hasta el último minuto nos regaló una sonrisa.


Y es así como la quiero recordar.